DE LA IMAGEN

     Todavía existen algunas generaciones, hijos de Villarrubia, que han conocido dos imágenes de la Virgen de la Sierra; la antigua que fue quemada en la primavera de 1937, durante la Guerra Civil española y que según la creencia popular, era una talla preciosa realizada en madera policromada, de los siglos XI o XII; y la imagen actual, que fue construida con las reliquias, las manos de la Virgen y la cabeza del Niño, rescatadas de la destruida.

 Imagen Antigua.

   Por los escasos antecedentes que disponemos, sobre la antigua Imagen de la Virgen de la Sierra, y según los datos que hemos podido investigar, por la tradición iconográfica, creemos que se trataba de una estatua de las llamadas Virgen Negra Auténtica, de origen bizantino basada en las pinturas y esculturas aparecidas en el Arte cristiano de las Catacumbas. De posición mayestática y majestuosa de imitación bizantina se labraron en Occidente muchas imágenes en los siglos X, XI, XII y parte del XIII.

   Estas imágenes se presentan siempre de aspecto grave, rígido y como dirigiéndose al pueblo, sentadas en un sillón o en una especie de arqueta con poco respaldo o ninguno, pintada con manto, túnica y velo, y calzado más o menos puntiagudo; mientras que el Niño va cubierto enteramente con una túnica y descalzo. Frecuentemente la corona la llevan postiza. El Niño va sentado sobre el regazo de la Madre, de frente también mirando al pueblo y en actitud de bendecirlo con la mano derecha, sosteniendo con la izquierda un libro, que representa el Evangelio. Las efigies de esta época son de cortas dimensiones y de madera policromada.

 

 Imagen Actual.

   Terminada la guerra civil, la Junta Directiva de la Archicofra­día recién reorganizada, decide que hay que construir una nueva Imagen de la Virgen, y para ello se busca un imaginero que sea capaz de hacerla basándo­se en las manos de la Virgen y la cabeza del Niño que, como ya hemos visto, milagrosa­men­te quedaron sin destruir, y se piensa en el escultor sevillano Sánchez Cid.

   Tomada esta decisión, inmedia­ta­mente el Presidente, D. Sinforo­so Román, se pone en camino portando las reliquias, y una vez en Sevilla dicho escultor tras exami­nar­las no se atreve a hacer la nueva Imagen basándose en estos restos.

   Seguida­mente se piensa en llevarlos a uno de los mejores talleres de Madrid donde, en un convento Benedicti­no, un frai­­­le escultor imagine­ro se pone a traba­jar sobre la base que se le ofrece y construye la nueva Imagen, réplica de la primitiva destrui­da, pues este imaginero supo captar, en las reliquias y en la información que D.Sinforoso Román le pudo aportar, las características necesarias para esculpir, con su inteligencia y habilidad, una obra de arte lo más parecida a la estatua original.

   La Imagen, sin vestir, de faz morena como las primeras Imágenes que se hicieron de la Virgen María, es una talla de madera de nogal, de escultura sedente de igual tamaño a la ante­rior, de unos 70 centímetros de altura, 30 de ancho y 30 centímetros de profundidad, policromada pintada en hábito carmelitano, majestuosa de austera serenidad, a cuyo rostro el escultor le dio una belleza indes­criptible que, al parecer, tiene característi­cas de las imágenes andaluzas. El Niño está sentado sobre el regazo de la Madre, ligeramente al lado izquierdo, y las piernas de la Virgen ligeramente separadas que presentan al Niño de frente, y como hemos visto en la iconología primitiva parece que está bendiciendo al pueblo con la mano derecha, mientras que con la izquierda sostiene un libro, dirigiendo ambos la mirada recta hacia el mismo sitio, como mirando al pueblo.

   Según la tradición, desde la Edad Media, las imágenes de las Vírgenes Negras debían estar vestidas, y, así apa­re­ce la Imagen de nuestra Virgen de la Sierra, vestida desde no se sabe cuando, pues siempre la hemos conocido así, por lo que no se llega a apreciar su posición sentada.

   Esta nueva Imagen recién llegada a Villarru­bia fue bendecida por D. Juan Mugueta, Canónigo Magis­tral de la Catedral de Ciudad Real, el día 25 de Marzo de 1940, Lunes de Resurrección, en el parador del santuario.

   Contemplar la Imagen de la Virgen de la Sierra, ungida con el amor del pueblo de Villarrubia de los Ojos, es vivir el desfile de la historia de nuestro pueblo, es empa­parse de la savia que durante tanto tiempo fecundó los hogares villa­rrubieros, llenándose de Fe en Élla bajo la protección de Su mirada.

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